¿Cuál es ese pequeño detalle que marca una gran diferencia? Ese pequeño detalle es empezar con un fin en mente. ¿Y eso qué significa? Eso significa que después de definir el título o tema de la presentación, debes definir y hasta escribir cuál es el objetivo que pretendes lograr con la presentación. Tener claro el objetivo permite confeccionar el discurso alrededor de lo que se quiere lograr, es lo que nos servirá de guía para mantener enfocados los argumentos según el propósito trazado.
He podido comprobar, a lo largo de los años como Coach de Oratoria, que muchos profesionales cuando sus jefes les asignan la tarea de hacer una presentación en público, creen que basta hablar por hablar y así cumplir con lo asignado. Muy poco les interesa si alcanzan el objetivo que les encomendaron, lo único que les interesa es hablar y salir del compromiso con el jefe. Por consiguiente, difícilmente llegan a convertirse en excelentes oradores. Nadie que no se preocupa por lograr siempre el objetivo de su presentación puede llegar a considerarse un buen comunicador.
¿Cuál es el objetivo que puedes perseguir con tu presentación? Un discurso bien elaborado te puede ayudar a alcanzar tus fines como por ejemplo: informar, enseñar, entretener, felicitar, motivar o persuadir. Para ayudarte a definir tu objetivo puedes preguntarte ¿Por qué voy a hablar de este tema? ¿Qué pretendo lograr? ¿Qué gano con ello? ¿Qué ganan los que me escucharán?
Si tienes claro el objetivo que busca tu discurso, tu argumentación estará enfocada, y al final lograrás que el público "compre tu discurso". Así que ya sabes que si deseas buenos resultados al hablar en público, debes empezar con un fin en mente.
¿Y tú, siempre tienes claro el objetivo y lo pones por escrito? cuéntame tu experiencia haciendo presentaciones. Déjame tus comentarios.
Un abrazo,
Roberto Hernández PalacioCoach de Oratoria y Liderazgo.
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